LA EVOLUCIÓN DE LOS ARTEFACTOS TECNOLÓGICOS
La
evolución de los artefactos tecnológicos está guiada por la optimización
funcional, es decir, por la eficacia y la eficiencia.
Si
los artefactos son objetos materiales construidos según conocimientos seguros,
aplicables en cualesquier lugares y condiciones, debería ser evidente que la
evolución de los mismos sólo ha de estar guiada por la mejora en su capacidad
de cumplir las funciones encomendadas con los menores costes posibles. Según
esto, la historia de la tecnología sería la de una sucesión de artefactos
guiados por el principio de mejorar lo anterior, haciéndolo más complejo y más
útil. De esta forma se puede rastrear la evolución de cualquier ámbito tecnológico
(desde las hachas de sílex hasta las armas químicas, desde el carro de bueyes
hasta el avión supersónico, desde el molino de viento a la central nuclear)
como un cambio en los artefactos que les permite estar cada vez más y mejor
adaptados a las nuevas funciones que van siendo demandadas.
Desde
esta perspectiva, la evolución de la tecnología no deja de ser como la
evolución de las especies naturales: cada vez más complejas, cada vez mejor
adaptadas a entornos más diferentes.
La
diversidad natural y la adaptación a los cambios ambientales en la sucesión de
especies naturales tendrían un paralelismo claro en la sucesión de artefactos
tecnológicos. La publicidad automovilística ha explotado muchas veces esta
idea. Y, sin embargo, ¿son las nuevas necesidades de las personas las que
explican las rápidas variaciones en los modelos de automóviles?, ¿no serán, por
el contrario, esas supuestas necesidades más bien demandas inducidas por el
propio desarrollo de la industria automovilística con el apoyo de los medios de
comunicación social?
Explicar la evolución de la tecnología en el aula siguiendo lo enunciado en este tópico no sería otra cosa que mostrar cómo el desarrollo de los diseños de los artefactos ha sido progresivamente más eficaz y eficiente, es decir, mejor. Pero ¿mejor en qué?, ¿mejor para qué?, ¿en qué y para qué es mejor un arma química que un hacha de sílex?, ¿en qué y para qué es mejor un avión supersónico que un carro de bueyes?, ¿en qué y para qué es mejor una central nuclear que un molino de viento? Estas preguntas, como tantas otras sobre la evolución de la tecnología, no pueden ser respondidas sin aludir a valores, sin discutir sobre valores.
Por
tanto, no cabe plantear una educación tecnológica que pretenda dar cuenta de la
evolución de los artefactos sin plantear a la vez la cuestión de la evaluación
de los artefactos. O, al menos, no cabe hacerlo sin falsificar la esencia de la
actividad tecnológica y traicionar el valor de la educación tecnológica para la
formación de los ciudadanos que serán usuarios de esas tecnologías y, por
tanto, tienen derecho a evaluarlas. Aceptar este tópico significa ir a favor de
las inercias dominantes en la institución escolar y fuera de ella, pero también
significa aceptar como inevitables las afirmaciones contenidas en la Guía de la
Exposición Universal de Chicago de 1933: «La ciencia descubre, el genio
inventa, la industria aplica y el hombre se adapta o es modelado por las cosas
nuevas... Individuos, grupos, razas enteras de hombres caminan al paso que marcan
ciencia e industria».
no me gustta esta pagina
ResponderEliminarsi me gusto esta pagina por que nos enzeño mucho de la tegnologia la ayuda que tiene el ser humano para sobrevir que puede hacer mucho delo que nosotros podemos creer es como otro cerebro del ser humano pero hay que saberla utilizar para cosas buenas y cosas malas
Eliminara mi tampoco
Eliminara mi si
Eliminary
Eliminartienes razon
ResponderEliminarsi me gusto
EliminarSi me sirvió la página
ResponderEliminara
Eliminarsi me sirvio
ResponderEliminarsi me sirve esta pagina gracias
ResponderEliminarme sirvo
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